El hermano mayor que ha seguido con obediencia las Leyes del Antiguo Testamento, no comprenderá el por qué su hermano, que ha vivido en forma escandalosa, pueda ser recibido y perdonado al arrepentirse de sus faltas, y más aún, que se le festeje en forma en que él nunca ha sido festejado, sin querer darse cuenta de que estos son nuevos tiempos que el Padre otorga a sus hijos para que vuelvan al camino y recuperen su condición de hijos obedientes.
Así nosotros, cuando recapacitemos y nos demos cuenta de que lo que hemos hecho de su voluntad ha sido condicionada por nuestra propia voluntad, y volvemos al seno del Padre con humildad y sincero arrepentimiento, seremos recibidos con alegría y gozo en los Cielos porque retornamos a nuestra condición espiritual original a la imagen y semejanza de Dios.