La lluvia inclemente azota todas las fronteras de la patria mía y no sé si es porque los ángeles lloran o porque el mundo se acaba allá arriba…
Las calles ya parecen mares Las casas lucen derretidas Los niños corren tras sus madres, todos corren por sus vidas…
El clamor se hace incansable porque no funcionan las vías… El campo luce miserable, la cuidad anegada y dolida…
¡Señor! tú que eres nuestro padre, nuestro redentor y guía ya líbranos de esta debacle y ponnos el sol todos los días; que se replieguen los mares… que la luna brille aunque sea amarilla que nuestro pueblo no desmaye y reciba la ayuda que necesita…
Elizabeth Urribarrí
|