1. Ábranse los cielos, lluevan al Mesías,
que es nuestro consuelo, nuestro Redentor.
Claman los collados: «Ven ya, Salvador";
los sedientos prados: "Llega, Redentor".
Y el erial sin río pide ya el rocio.
Abranse los cielos lluevan al Mesías
que es nuestro consuelo, nuestro Redentor.
2. ¡Oh sol del Oriente claro más que el día,
la noche sombría ceda al resplandor!
Huella las tinieblas de muerte y horror,
a fundir las nieblas venga tu fulgor,
que el desierto es largo y el destierro amargo.
¡Oh sol del Oriente claro más que el día;
la noche, sombría ceda al resplandor!
3. Un yermo es la tierra, zarzas sólo brotan.
El vivir es guerra de la humanidad.
Broten ya las flores en nuestra heredad.
Cedan los rigores de la adversidad
Y la tierra ría viendo el nuevo día.
Un yermo es la tierra, zaizas sólo brotan.
El vivir es guerra de ¡a humanidad.