En las prácticas espirituales, así como en el plano material, los fracasos siempre tienen una causa que hay que descubrir. El intelecto jamás debe estar húmedo, y el corazón jamás debe estar seco. Es preciso que el corazón esté húmedo y caliente, y es necesario que el intelecto esté seco y frío. Un corazón seco se vuelve egoísta, y si está frio, le falta amor.
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