¡Cuán contento hubiera estado
de ver al niño Jesús!...
Pero, en el triste establo,
en el pesebre, sin luz,
debería ser muy triste...
Quizá que hubiere llorado,
y el pequeño al oírme
quizá hubiese despertado...
Ya no tengo tanta pena...
ya me siento consolado
porque mi alma le contempla
allá en su trono sentado,
Acabada su tarea,
ya dejada atrás la cruz,
triunfante de la pena.
¡Gloria al Nombre de Jesús!