qué? Porque al crear, se aproxima a la esencia misma de Dios.
Dios es el Creador, y el hombre, creado a su imagen, puede
también ser creador. Evidentemente no se trata de comparar las
creaciones humanas con la creación divina, sino de hacer hincapié
sobre esta verdad: la felicidad se halla en la actividad
creadora, y en este sentido son pues los artistas quienes
experimentan la mayor felicidad. Diréis: «¿Y los místicos, y los
sabios?» También ellos, en la medida que pueden ser creadores,
sienten una felicidad idéntica a la de los artistas.
Y ahora no repliquéis que habéis conocido artistas atormentados
y muy desgraciados. Cuando hablo de la felicidad del artista me
estoy refiriendo a que, en el momento que crea, durante el acto
de la creación, el artista vive en la plenitud; y por «artista»
podemos también incluir aquí a cualquier ser humano que esté
creando.