Al sol que me alumbraba de niño quise yo cantarle un día, mas cuando dí comenzado, ví que desaparecido había; la noche ocupó su sitio, y el miedo, el desengaño y la desesperanza ocuparon el lugar que había quedado vacío en mi vida. Busqué la luz en la luna y en las estrellas, que en ocasiones iluminaban mi caminar; pero como el brillo del sol nunca encontré nada jamás. Sin esperanza y perdido, meditando y tratando de conocerme a mí mismo, dí con la realidad: no existe sol, ni luna, ni estrellas; no hay más que obscuridad. Toda la luz que creí ver era el resplandor del niño que fuí, la ilusión de mi alma tierna y joven... ; hoy quiero encontrar a mi niño y el sol volver a ver, ¡porque ser niño es ser!
José Angel Graña Abad
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