Vicio y pureza
Me gusta fumar en el monte
cuando el viento trae aromas vivos
y la savia sube fresca por mis piernas.
O respirar hondo la sal fría del mar
y luego el humo ardiente
que me refleja.
En silencio la hierba tiembla
y un aire loco deshace con furia
las estelas del cigarro y de mi aliento.
En ningún lugar estoy tan vivo
como en esta frontera fugaz
con mis labios en la muerte y en la brisa
saboreando el encuentro del vicio y la pureza.