Era tan gafe, tan gafe que se sentó en un pajar y se pinchó con la aguja |
Era tan gordo, tan gordo que cuando se caía de la cama se caía por los dos lados |
Era tan alto, tan alto que tropezó el jueves y se cayó el domingo |
Era una vaca tan flaca, tan flaca que en vez de dar leche daba lástima |
Era tan pequeñita, tan pequeñita que no le cabía la menor duda |
Era tan calvo, tan calvo que no tenía ni un pelo de tonto |
Era tan simple, tan simple que ponía azúcar en la almohada para tener dulces sueños |
Era tan tonto, tan tonto que vendió la televisión para comprarse un vídeo |
Tenía el pelo tan largo, tan largo que cuando estornudaba se daba latigazos |
Era uno tan tontín, tan tontín... que le llamaban campana |
Era tan miope, tan miope que tropezaba con su propia sombra |
Era un príncipe tan feo, tan feo que Cenicienta se fue del baile a las once y media |
Era tan bajito, tan bajito que para bajar de la acera saltaba en paracaídas |
Era un príncipe tan feo, tan feo que Cenicienta se fue del baile a las once y media |
Era tan tonto, tan tonto que no usaba clips porque no traían manual de instrucciones |
Era una chica tan mona, tan mona que sólo comía cacahuetes |
Era tan viejo, tan viejo que le seguían los buitres |
Era una adivina tan buena, tan buena que aparte de adivinar el futuro adivinaba también el pretérito pluscuamperfecto de subjuntivo |
Era tan alto, tan alto que cuando comía yogures le llegaban caducados al estómago |
Era tan lento, tan lento que corrió una carrera él solo y llegó el último |