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General: El Legado Familiar-Libros Antiguos-Francia-Inglaterra-
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جواب  رسائل 1 من 5 في الفقرة 
من: Lissa  (الرسالة الأصلية) مبعوث: 10/01/2011 20:08

 

 


 


 

EL LEGADO FAMILIAR: LIBROS ANTIGUOS

En julio de 1947 un incendio destruyó dos salas del primer piso de Villa Ocampo.

“Todos los libros de mi padre y parte de los míos se han quemado –escribía Victoria en

carta a José Bianco–. Mesure, Commerce, la N.R.F., la Revista de Occidente. Pero son

los Jules Verne los que más lamento y las enciclopedias”. Sin embargo, un heterogéneo

conjunto de alrededor de 150 libros publicados entre los siglos XVI y XIX fueron

salvados de las llamas o incorporados posteriormente al incendio. Entre ellos hay libros

de viajes, misales, biografías, misceláneas. Los dos más antiguos son Medicorum

Omnium facile principis de Hipócrates, publicadas en 1596, y las Oeuvres (1558) del

poeta Clement Marot, a quien se atribuye la escritura del primer soneto en lengua

francesa. Cabe señalar, asimismo, la edición de Los seis libros de Galatea, de Cervantes,

en la edición de 1784 publicada por Antonio Sancha, con ilustraciones de Ximeno; una

edición completa de Las vidas de hombres ilustres, de Plutarco, en la célebre traducción

francesa de Amyot publicada entre 1785 y 1785; ediciones de The Decline and Fall of

the Roman Empire, de Gibbon (1809) y del Dictionarie philosophique de Voltaire

(1816).

Además de estos libros anteriores al 1900, se destacan los volúmenes rioplatenses ligados

a la familia Ocampo-Aguirre: primeras ediciones de obras de Sarmiento y de Miguel

Cané dedicadas a miembros de la familia; los Apuntes históricos del partido de San

Isidro (1869), de Rómulo Avendaño, y la genelogía de las familias Aguirre y Sáenz

Valiente (1931), de Ricardo Lafuente Machain.

PRESENCIA DE FRANCIA

A lo largo del siglo XIX, el patriciado liberal rioplatense encontró en Francia a sus

clásicos, a su magisterio de ideas y de gusto literario. En consecuencia, la literatura

francesa ejerce una holgada preeminencia en la biblioteca de Villa Ocampo. Es la

literatura que cuenta con mayor cantidad de volúmenes. Están presentes los clásicos de

cuatro siglos –desde Montaigne hasta Baudelaire; desde Racine hasta Verlaine, desde

Rabelais hasta Flaubert–; las lecturas de infancia –Perrault, la condesa de Ségur,

Alexandre Dumas– y las de la adolescencia –Anatole France, Maurice Barrés, la condesa

de Noailles, Léon Bloy, Remy de Gourmont–.

En cuanto a la literatura del siglo XX, es indudablemente la mejor representada.

Dominan este panorama tres escritores que encarnan tres temperamentos diferentes,

conciliados por esa voluptuosidad en los contrastes que fue uno de los rasgos distintivos

de Victoria Ocampo: el clásico y protestante André Gide; el experimental y judío Marcel

Proust; y el barroco y católico Paul Claudel. Con ellos conviven autores de sagas

familiares, novelas-río o de copiosas biografías noveladas (Jules Romains, Romain

Rolland, André Maurois) destinadas al gran público, que documentan una fase en los

hábitos literarios de la primera mitad del siglo.

Los más importantes ensayistas, novelistas y poetas, y no sólo los difundidos por Sur,

colman los anaqueles con primeras ediciones de sus obras más relevantes, algunas con

dedicatorias autógrafas: Valery Larbaud, Jean Cocteau, Paul Morand, Henri Michaux,

Saint-Exupèry, Etiemble, Jean Paulhan, François Mauriac, Henry de Montherlant,

Francis Ponge, Denis de Rougemont, Julien Green, Marcel Jouhandeau, Simone de

Beauvoir, Marguerite Yourcenar.

El Nouveau Roman, último de los grandes movimientos literarios franceses del siglo XX,

que conoció su apogeo en la década de 1960, cierra cronológicamente y estilísticamente

el conjunto, con obras de Maurice Blanchot, Michel Butor, Alain Robbe-Grillet, y

Nathalie Sarraute, varias de ellas dedicadas de puño y letra por sus autores.

PRESENCIA DE INGLATERRA

Al igual que la francesa, la literatura inglesa formó parte de la cultura letrada que

Victoria Ocampo recibió en su infancia. Si hasta mediados del siglo XIX el inglés era

considerado en América Latina como el idioma utilitario por excelencia –patrimonio del

comercio y de la ciencia—, a finales del siglo XIX, en el apogeo de la pax britannica, fue

incorporado por el patriciado argentino como lengua culta, con sus autores eminentes –

ya no leídos en traducciones francesas— y su pedagogia de estoicismo, elegancia moral y

rigor intelectual, cualidades que Victoria Ocampo encontró reunidas, en su pureza

máxima, en T. E. Lawrence.

En la biblioteca de Villa Ocampo puede constatarse el imperio de un clásico excluyente

–Shakespeare—, reconstruirse las lecturas iniciáticas de su infancia –Walter Scott,

Conan Doyle, Rider Haggard—, y de su adolescencia —Shelley, Keats, Wordsworth,

Carlyle, Ruskin, Dickens, Wilde—. El interés por Oscar Wilde, “autor prohibido” de los

años juveniles, no menguó con el paso del tiempo, como lo demuestra la cantidad de

biografías y estudios críticos adquiridos posteriormente.

La editorial Sur publicó a lo largo de la década de 1930 algunas de las obras capitales de

los “maestros modernos” de la literatura inglesa en traducciones que muy pronto

alcanzaron el estatuto de clásicas: Canguro, de D.H. Lawrence, y Contrapunto, de

Aldous Huxley (ambas traducidas por el narrador cubano Lino Novás Calvo); Un cuarto

propio y Orlando, de Virgina Woolf (traducidas por Borges). Este espontáneo programa

de difusión provenía del indeclinable entusiasmo de su directora por una lengua y su

cultura, que alcanzó su máxima expresión en el número triple (153-156) que Sur

consagró a las letras inglesas en 1947 y que no ha agotado aún sus magias parciales.

Muchos de los poetas, novelistas y ensayistas británicos “redescubiertos” en los últimos

años en el ámbito hispanoamericano --Christopher Isherwood, Cyril Connolly, George

Orwell, Evelyn Waugh, W.H. Auden, los hermanos Sitwell-- fueron traducidos al

español, en algunos casos por primera vez, en aquel voluminoso número de la revista

cuyas tapas ostentaban la Union Jack, símbolo de un triunfo que, en esa inmediata

posguerra, el gobierno argentino no había creído necesario celebrar.

Desde Milton hasta Dante Gabriel Rossetti; desde James Joyce (de quien se conserva la

primera edición de su Finnegans Wake) hasta Kingsley Amis; desde George Eliot hasta

Iris Murdoch; desde E. M. Forster hasta Harold Pinter, la biblioteca de Villa Ocampo es

un homenaje a la vitalidad y a la riqueza de las letras inglesas de los últimos cinco siglos.

De La Red



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جواب  رسائل 2 من 5 في الفقرة 
من: yanely مبعوث: 10/01/2011 20:21

جواب  رسائل 3 من 5 في الفقرة 
من: Paqui مبعوث: 10/01/2011 22:58

جواب  رسائل 4 من 5 في الفقرة 
من: Margarita12 مبعوث: 11/01/2011 10:11
MUY LINDO TU MENSAJE
Orkut Comentarios - Gracias


جواب  رسائل 5 من 5 في الفقرة 
من: MARILU9268 مبعوث: 11/01/2011 13:25
HOLA
GRACIAS POR COMPARTIR
ES UN PLACER LEERTE
GRACIAS POR ESTAR AQUI 
LINDO MARTES


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