¿Cuántas veces nos hemos frustrado
en nuestro crecimiento espiritual
o en la aplicación de creencias
cristianas a nuestras circunstancias
cotidianas porque hemos intentado
encajar una clavija cuadrada
hebrea en un orificio redondo griego?
¿Cuánto de tu propio sistema
de creencias es realmente griego?
Pregúntate estas cosas
para evaluar si en verdad
haces suposiciones griegas
en tus apreciaciones del mundo.
1. ¿Das más importancia a
adquirir conocimiento que
en someterte a la voluntad de
Dios? Quizás digas, “Oh, no.
Yo no lo hago. Solo anhelo
cumplir los propósitos de Dios.”
Pero la verdad usualmente la
encontramos en nuestras
acciones, no en nuestras palabras.
¿Con cuánta frecuencia has
disminuido tu estudio de la
Palabra de Dios para llegar al trabajo?
¿Les dices a tus hijos que
el camino al éxito es un título académico?
¿Cuánto énfasis le das tú y tu
familia a la comprensión precisa
del propósito de Dios para
tu vida cotidiana, o la “asumes”
mientras corres a cumplir con la siguiente obligación?
2. ¿Crees que el trabajo duro
y el entendimiento resolverán tus problemas?
He aquí otro ejemplo. La última
vez que cambiaste de trabajo o
tomaste un ascenso, ¿decidiste
el mejor camino a seguir en
base a tu propia evaluación o
consideraste las instrucciones
de Dios sobre tu trabajo como la prioridad?
Cuando enfrentas dificultades
financieras, ¿te vas a horas
extras de trabajo o pasas más
tiempo de rodillas? Cuando
tienes conflictos con tu cónyuge,
¿pides que oren juntos antes
de discutir, debatir o justificar?
3. ¿Mides los logros según los
parámetros de tu carrera en vez
de hacerlo por la revelación
de Dios?Poseo muchos títulos
académicos. Todos cuelgan de mi pared.
¿Crees que me convierten
en una mejor persona? Cuando
te presentan a alguien,
¿lo juzgas por sus logros antes
de saber si ha sometido su vida a Dios?
Si alguien te pregunta que haces,
¿está el propósito de Dios en tu respuesta?
4. ¿Escuchas más a tu mente que
a tu corazón?Cuando enfrentas
un problema verdaderamente
tenso, ¿cuál es tu primer impulso,
recurrir a tus recursos mentales
(intentas dilucidar como
resolver la situación) o a Dios (le pides dirección a Él)?
¿A quién culpas cuando suceden
cosas malas? ¿Por qué culpas a alguien?
¿Crees que Dios utiliza estas
cosas en tu vida para Sus
propósitos o solo son mala suerte?
5. ¿Eres una persona forjada
más por tus circunstancias
externas que por tus reflexiones
internas?Cuando bajo tensión,
¿eres capaz de ver la mano
de Dios en cada circunstancia?
¿Conoces la quietud interna
que prometió Jesús (”mi paz les
dejo”) o estás tan ansioso
que simplemente no puedes soltarlo todo?
6. Buscas la aprobación
externa de los hombres en vez
del reconocimiento interno de Dios? ¿Es más importante su reputación
que tu devoción silenciosa ante Dios?
¿Buscas el reconocimiento
de otros? ¿Mantienes “puntuación”?
7. ¿Luchas por encontrar tu
destino o te esfuerzas por
lograr los propósitos de Dios?
Si escribieras los deseos más
importantes de tu vida,
¿donde quedaría la devoción (no el servicio)?
8. ¿Cuánto te cuesta admitir tus errores, pedir perdón genuinamente? Una vez que respondas estas
preguntas, quizás te enteres
que eres más griego que hebreo.
Eso podría explicar tu
frustración actual con tu vida espiritual.
Cuando Pablo nos dice que
nos debemos hacer como
Cristo por medio de la
renovación de nuestras mentes,
habla de mucho más que solo
cambiar nuestras creencias
religiosas. Necesitamos
comenzar a ver el mundo
desde la perspectiva de Dios,
y esa perspectiva no se origina
en la cima del Monte Olimpo.
La orientación cultural de hoy
se basa en el pensamiento y las suposiciones griegas.
Para lograr expresar la fe
hebrea en este mundo griego, es necesario que sepamos reconocer cuándo enfrentamos
a estas diferencias
fundamentales. Esto no significa
que no podemos ser cristianos
en el lugar de trabajo,
en escenarios civiles y sociales o en la educación.
Obviamente, Dios es el Dios
de toda la creación y soberano
sobre toda circunstancia.
Así que Dios espera que nos
comportemos como Su Hijo.
Pero usualmente intentamos
hacer lo “correcto” sin siquiera
saber cuál es la perspectiva de Dios sobre el tema.
Quizás sea necesario que veamos
muy seriamente lo que
realmente creemos al observar
nuestras acciones, no nuestras
palabras.Por ejemplo,
enseñamos a nuestros hijos
que el éxito de la vida es el resultado de la educación. Les decimos que el
conocimiento y el estudio
es el camino a la felicidad.
La idea es absolutamente griega.
Eso no es lo que dice Dios Primero, la vida no se mide
por la ventaja o el éxito material. Segundo, la vida no es sobre
educación; es sobre sabiduría. Tercero, el conocimiento sólo
es importante si produce una
actitud sumisa ante Dios.
Los diplomas en la pared,
los ascensos laborales y
los títulos corporativos no
valen nada si no son parte
del propósito de Dios para nosotros.
Esto No significa que asumimos
una postura anti-educativa.
Quiere decir que evaluamos
nuestra educación desde
el parámetro de utilidad santa de Dios.
Hacemos lo necesario
y lógico para una imagen
más grande y eterna.
No nos limitamos por los horizontes humanos.
¿Ves lo fácil que se manifiesta la perspectiva griega? ¿Ves lo difícil que es darle sentido a la vida cuando las suposiciones de fundamento
griego impiden tus intentos
de ser un buen cristiano
de fundamento hebreo?Es hora de ir a la batalla.
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