LA RUEDA DEL AMOR
Aquellas niñas hermosas que en suma beldad conformes, teniendo la tez cual nieve, tengan los ojos cual soles, y el alma sintiendo, tiernas, herida de mal de amores, tanto les falte de esquivas, cuanto de bellas les sobre, salgan al campo conmigo ricas de gracias, adonde favor al mayo risueño las brinden, con gracias dobles, corrientes aguas los valles, frescos doseles los bosques, con su verdura los campos y con su esencia las flores.
Oiréis sonar encontrados, y aunque encontrados, acordes, los enamorados trinos de músicos ruiseñores, cuando en sentidos acentos mustias las tórtolas lloren, dando en su vuelo a los aires matices, plumas y sones. Venid, y hagamos la rueda llamada de los amores (que al aprenderla de niño, no la olvidé desde entonces).
las ricas flores hollando, y el aire hendiendo veloces, el aire con los cabellos, y con las plantas las flores. Las blancas manos asiendo, y tan blancas, que las cortes nunca tan nítidas manos dan a sus reyes en dote, en torno agitad festivas los aires murmuradores; que yo vendaré mis ojos, haciendo del día noche.
Volad, palomas; que osado yo espantaré los halcones, si alguna vez para heriros muestran sus garras feroces. Volad, que a la que esta rama, pasando furtiva, toque, con la venda de mis ojos habrá de nublar sus soles.
-¡Oh, que triste es nuestros ojos cubrir de sombras informes, y no sentir de los vuestros los penetrantes arpones, ni ver con ansias mortales de vuestra faz los colores, ni sobre el aura, al tenderlos, de vuestro talles los cortes! Niñas, corred; que aún no escucho con plácidas emociones de vuestras ropas flotantes los sutilísimos roces; y aunque me pesa en el alma, no siento los corazones que muellemente se agitan bajo esos pechos de bronce.
Volad, palomas; que osado yo espantaré los halcones, si alguna vez para heriros muestran sus garras feroces. Volad, que a la que esta rama! pasando furtiva, toque, con la venda de mis ojos tendrá que nublar sus soles.
Mas ¿cómo sin dar amante a vuestro enojo ocasiones, huís, dejándome solo, sin advertirme por dónde, tal que siquiera dejasteis, pasando como ilusiones, ni removida la arena, ni destroncadas las flores? Sin duda en mágico vuelo, como celestes visiones, entre la grama y los aires os deslizasteis veloces, huyendo mi fe constante, pues vuestros pechos traidores tienen el aire por guía, y la inconstancia por norte. ¡Una y mil veces mal haya quien de vuestras invenciones amante se fía, y de ellas la falsedad no conoce! Y más que en tanto a la sombra de esos altísimos robles maldiga yo vuestro agrado, y mis desagrados llore; vosotras entretenidas mirad las aguas que corren; que bien está vuestra fe con su inconstancia conforme, pues no hay onda que no agiten a cualquier viento que sople, ni conchas que no remuevan ni árbol ni flor que no mojen, ni campos que no dibujen, ni imágenes que no borren, ni risas que no deshagan, ni círculos que no formen.
Mas luégo que el sol sus rayos extienda en el horizonte, haciendo en las nubes iris tocando el mar de colores; y luégo que en regia pompa parezcan a sus fulgores; y mares de sombra los valles, y mares de luz los montes, vendréis a buscar frescura cuando el calor os agobie, y me tendréis que encontrar, aunque no queráis entonces, y yo a la sombra tendido de estos altísimos robles, no os he de dejar el puesto, por más que tierno os adore, ni miraré enamorado de vuestra faz los colores, ni sobre el aura, al tenderlos, de vuestros talles los cortes; y no vendaré mis ojos, más que en no hacerlo os enoje, y hasta ahogaré mis suspiros, aunque con ellos me ahogue. Haré todo esto digo, y más que veréis entonces, y a fe de amante lo juro por esas aguas que corren.
Ramón de Campoamor
SALUDOS DE SU AMIGA
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