MANO ENTREGADA
Pero otro dia toco tu mano. Mano tibia. Tu delicada mano silente. A veces cierro mis ojos y toco leve tu mano, leve toque que comprueba su forma, que tienta su estructura, sintiendo bajo la piel alada el duro hueso insobornable, el triste hueso adonde no llega nunca el amor. Oh carne dulce que si se empapa del amor hermoso.
Es por la piel secreta, secretamente abierta, invisiblemente entreabierta, por donde el calor tibio propaga su voz, su afan dulce; por donde mi voz penetra hasta tus venas tibias, para rodar por ellas en tu escondida sangre, como otra sangre que sonara oscura, que dulcemente oscura te besara por dentro, recorriendo despacio como sonido puro ese cuerpo que ahora resuena mio, mio poblado de mis voces profundas, o resonado cuerpo de mi amor, oh poseido cuerpo, o cuerpo solo sonido de mi voz poseyendole. Por eso, cuando acaricio tu mano se que solo el hueso rehusa mi amor el nunca incandescente hueso del hombre.
Y que una zona triste de tu ser se rehusa, mientras tu carne entera llega un instante lucido en que total flamea, por virtud de ese leve contacto de tu mano, de tu porosa mano suavisima que gime, tu delicada mano silente, por donde entro despacio, despacisimo, secretamente en tu vida, hasta tus venas hondas totales donde bogo, donde te pueblo y canto completo entre tu carne. Vicente Aleixandre
Las Manos Ciegas
Ignorando mi vida, golpeado por la luz de las estrellas, como un ciego que extiende, al caminar, las manos en la sombra, todo yo, Cristo mio, todo mi corazon, sin mengua, entero, virginal y encendido, se reclina en la futura vida, como el arbol en la savia se apoya, que le nutre, y le enflora y verdea. Todo mi corazon, ascua de hombre, inutil sin Tu amor, sin Ti vacio, en la noche Te busca, le siento que te busca, como un ciego, que extiende al caminar las manos llenas de anchura y de alegria.
Leopoldo Panero
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