"Conservad preciosamente en vuestra alma la imagen de la fuente que mana, para que nunca se seque en vosotros la fuente de la vida. Y para hacer que brote la fuente, es preciso amar. Seguramente diréis que amáis, y que todo el mundo ama. Sí, pero ¿con qué amor? Un amor que os hace sufrir. Aquél que posee la verdadera ciencia del amor se siente constantemente inspirado, dilatado, vive en la poesía, en la belleza, porque ha aprendido a amar a todas las criaturas humanas. Pero las ama de lejos, sabe que si se acerca demasiado, se decepcionará, y como no quiere sentirse decepcionado, mantiene distancias; así, pues, ya sea que estas criaturas se manifiesten con bondad, generosidad, fidelidad o no, se siente maravillado. Por esto, a todos aquellos que se quejan de haber sido decepcionados por los seres que amaban, hay que decirles: «Es por culpa vuestra, habéis querido acercaros demasiado y, evidentemente, lo que habéis visto no era aconsejable: sótanos con humedad y telarañas, ciénagas, terrenos cubiertos de zarzas y de espinas… Era inevitable que os sintierais decepcionados.» Por lo tanto, así es, si queréis seguir amando a los hombres y a las mujeres y sentiros maravillados de ellos, debéis contemplarlos con una cierta distancia."