“Cuando vinieron a él, les dijo: Vosotros sabéis cómo me he comportado entre vosotros todo el tiempo, desde el primer día que entre en Asia” Hechos 20: 18.
Muchas veces he querido hablar y no puedo porque no tengo libertad de hacerlo. Y no es que alguien me lo haya prohibido, sino que mis hechos me han impedido hablar, porque las palabras no son solo lo más importante sino la vida. He tornado mis ojos al piso, he dado media vuelta sin decir una palabra y me he marchado un tanto avergonzado, porque he perdido la libertad de hablar por mi libertinaje. Pero hoy, ya no quiero perder esa libertad. Quiero comenzar de nuevo y por la gracia y el poder de quién todo lo puede, El Señor, vivir de tal manera que mis hechos se tornen en el más poderoso mensaje que pueda expresar. Quiero decir lo que Pablo dijo con firmeza, porque no perdió la libertad de hablar. El dijo: “Vosotros sabéis cómo me he comportado entre vosotros todo el tiempo, desde el primer día que entré en Asia”.
Sí, quiero un día poder decirlo en casa, en mi trabajo, con mis amigos y con mis vecinos. Vosotros sabéis cómo me he comportado….No como he hablado..No como he aparentado, sino como me he comportado, porque lo más importante es el vivir y no meramente el hablar. Pablo dijo: Como me he comportado todo el tiempo. ¡Oh, esa Palabra me confronta..Todo el tiempo!. Ocasionalmente, no de vez en cuando, sino Todo el tiempo. Cuántas veces me he propuesto, pero solo lo he logrado un poco de tiempo y nada más, pero la consistencia de la vida se demuestra en todo el tiempo.
Y Pablo termina diciendo desde el Primer día que entre a Asia. Que importante es mantenerme desde el primer día. Hoy el reto que tengo, no solo es el inicio sino también el final… No solo es el primer día sino el último, porque si llego limpio al último día podré decir… desde el primer día que entre en este lugar. ¿Cuál es mi Asia? Puede ser trabajo, mi hogar, mi círculo de amigos o mi vecindario o tal vez la Iglesia. Si puedo decir….Vosotros sabéis como me he comportado entre vosotros todo el tiempo desde el primer día que entre a:….. , habré llegado a la meta con una sonrisa de satisfacción en mis labios y en mi corazón.
Señor. La vida es una carrera que me has preparado y hoy debo seguirla corriendo como si fuera mi primer día, pero con la consistencia necesaria para llegar al último día y al llegar a ese último día poder decir con satisfacción, porque me has dado la ayuda y porque he sido diligente.
Vosotros sabéis como me he comportando todo el tiempo entre vosotros desde el primer día que llegue aquí. Gracias Señor, porque no es por mi fuerza que lo lograré, sino por tu fuerza y tu poder. Gracias, porque tus promesas me sirven de aliento para llegar a mi último día con la misma fuerza de mi primer día entre vosotros. Amén.