La desconfianza endurece corazones y destruye relaciones.
La desconfianza en toda relación humana
ocurre generalmente por mentiras a veces
inocentes, o pequeñas mentiras; o por
actitudes extrañas fuera de lo común en
el diario vivir; o por una mala interpretación;
por una actitud indiferente; o cosas como estas.
Hay personas que han sido engañadas en
el pasado y son muy susceptibles a todo
lo anterior debido a que fantasean
fácilmente cualquier comportamiento extraño,
e inclusive un olvido lo llegan a considerar
una mentira o un intento de engaño.
Esas actitudes de desconfianza producen
frustración, enojo, tristeza, rabia y sentimientos
de dolor tanto en el que desconfía como
en el que es la víctima de la desconfianza.
La reacción a la desconfianza depende
del temperamento de cada persona.
Los temperamentos fuertes tienden a
reaccionar con enojo violento, actitudes
de queja y pelea. Los temperamentos
más suaves como el flemático,
tienden a volverse indiferentes y fríos.
Las personas de temperamento melancólico
son las de mayor tendencia a desconfiar
de los demás, más aún si fueron heridas emocionalmente.
Si tú eres una persona desconfiada,
debes hacerte un examen de la causa
emocional de esta actitud.
Puede ser que te engañaron varias veces
en el pasado, comenzando por tus padres.
El dolor causado por el engaño hace que
una persona se vuelva desconfiada de
todo y de todos. Si el dolor fue intenso,
la desconfianza será también intensa.
La solución a una actitud desconfiada
es no dejar que los pensamientos negativos
que producen desconfianza penetren
el corazón y generen diálogos internos
destructivos que se anidan en el alma y
provocan un comportamiento incorrecto o grosero. 2 Corintios 10:5 “derribando argumentos
y toda altivez que se levanta contra el
conocimiento de Dios, y llevando cautivo
todo pensamiento a la obediencia a Cristo”, Filipenses 4:8 “Por lo demás, hermanos,
todo lo que es verdadero, todo lo honesto,
todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable,
todo lo que es de buen nombre;
si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad”.
Si ocurre algo que te incomoda o te molesta
de tu cónyuge y que genera una duda en ti,
antes de dejar que tus diálogos internos
comiencen a causar estragos en tu alma,
lleva todo pensamiento cautivo a Cristo y
piensa en todo lo bueno, todo lo justo,
todo lo que vale la pena. Luego ora
pidiéndole al Señor que te de la sabiduría
para discernir qué es lo que puede estar
pasando; y luego ábrele tu corazón a tu
cónyuge sin acusarle, sino simplemente
expresándole el sentimiento sin atacar ni herir.
Déle confianza a su cónyuge para que él o
ella pueda ser sincero con usted y hablar del
tema con libertad para buscar soluciones.
Si no logras controlar tu actitud
de desconfianza, debes buscar ayuda
apropiada para el caso con un profesional
cristiano que te ayude a
sanar tu corazón de heridas del pasado.
Tú matrimonio y tu familia es el tesoro
más valioso que Dios te ha dado. CUÍDALO! www.libresparaamar.org
Luis Y Hannia Fernandez
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