Amor que en el aire traes perfume de desvaríos ven a estos labios míos que con furor te veneran;
ven, que en mi rostro te esperan sedientos de tu sustento, pues no es más que tu aliento lo que mi alma tolera…
Amor que en el agua traes pasión salpicando el oleaje, ven y mójame hasta el traje que con ardor yo me rindo;
ven, que en el pecho te guindo mis flores de mil colores para llenarte de amores como los que yo precinto.
Amor que con la luz del día vienes cargado de aromas, ven a mí, cual fiel paloma que en mis manos te brindo,
un bouquet de lo más lindo aderezado con mil sabores; ven y hazme los honores y te enseñaré el infinito…
Amor que de noche, divino, alientas el calor de mis ardores ven y borra mis rubores con tu deseo expedito;
ven y clávate erguidito en el jardín de mis sueños proclamándote mi dueño y el señor de mis amores…
Amor que justo y paciente le ganaste a mis temores, no me pidas que no llore cuando te espero impaciente;
no ves que es insolente, pedirme que no te añore después de que con tus clamores lograste tu cometido…
Amor que arrepentido regresas a por mis dones, no esperes que con vapores mis labios te den partido;
pues en un viaje te habías ido dejándome entre bemoles… para después venir rendido rogando por mis favores…
Elizabeth Urribarrí
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