Personas importantes han pasado por mi vida, unas han llegado y han permanecido ahí, otras solo van de paso como viajeros sin rumbo, esperando encontrar otra alma incomprendida a quien destruir, a quien lastimar, a quien despojar de sus sentimientos.
Van por la vida pensando qué harán por ellos, quién será su próxima víctima, planeando como destruir, como alimentarse de ti, casi bebiendo de tu sangre, buscando placer; ese placer que solo el hacer daño les regala.
Son como los zancudos, que se alimentan poco a poco sin que te des cuenta, pero cuando reaccionas les puedes dar un manotazo, se van por un tiempo pero regresan a seguir saciándose una y otra vez de ti.
Y cuando te vuelves está ahí y ya es demasiado tarde ha dejado una marca, una gran roncha que solo con el tiempo se cura.
Es por eso que a estos viajeros tenemos que identificarlos y no darles paso a nuestras vidas, no permitirles formar parte de nosotros, por mas buenos que parezcan, por mas amor que le tengas, ¡deséchalos de tu vida! porque un viajero no se vuelve sedentario de un día para otro, siempre querrá conocer algo nuevo, y cuando este listo para partir solo lastimará mas diciendo “lo siento” yo no soy para ti.
Un viajero nos puede otorgar felicidad, pero en la primera oportunidad escapará, huirá de ese gran miedo que tiene de ser sedentario, de permanecer en un solo lugar sin volver a emprender un viaje, con escala en cada par de ojos bonitos que se topen.