Fue un día cualquiera, en un lugar cualquiera donde te vi, fue una visión de una diosa o algo así, estabas sentada leyendo una historia romántica, con tu coquetería, con tu misterio, con tu sonrisa al camarero cuando te preguntaba algo.
Estoy seguro que más de una mirada te devoraba, se enamoraba, se perdía en ti.
Yo cada vez más enamorado me ponía de ti, con tu mirada tan concentrada en esa novela, tan soñadora, tan seductora.
Cada segundo que pasaba yo mas enamorado estaba de ti, como sonreías cuando algo te hacía gracia, cada segundo que pasaba yo soñaba más y más con tenerte, con adorarte, con amarte.
Como un tipo se te acercó y te invitó un café. En ese momento sentí que debía pararme y golpearlo, mas tú con tu hermosa forma de ser, le contestaste que no pero que el era muy amable.
Cada segundo que pasaba, yo mas enamorado me ponía.
Tu forma de beber tu café, de reír, de soñar cada cosa, hacía que cada segundo me enamorara de ti.
Me levanté, me acerqué a ti con nerviosismo, pero con valentía a poder hablarte, y tú, con tu sonrisa, con tu forma de ser, te levantaste y me dijiste “vámonos amor”.
Así que nos fuimos tú y yo, porque aunque eres mi esposa es un misterio, una aventura y una bendición verte cada día