NOCTURNO VI
Así estás todavía de pie bajo la lluvia, bajo la clara lluvia de una noche de invierno. De pie bajo la lluvia me llega tu sonrisa; de pie bajo la lluvia te encuentra mi recuerdo.
Siempre he de recordarte de pie bajo la lluvia, con un polvo de estrellas muriendo en tus cabellos. Y tu voz, que nacía del fondo de tus ojos, y tus manos cansadas que se iban en el viento...
Y aquel cielo de plomo y el rumor de los árboles, y la hoja aquella que te cayó en el seno... y el rocío nocturno dormido en tus pestañas, y engarzando diamantes en tu vestido negro.
Así estás todavía lejanamente cerca, desde tu lejanía de sombra y de silencio... Mi corazón te llama de pie bajo la lluvia; de pie bajo la lluvia te acercas en el sueño.
La vida es tan pequeña que cabe en una noche. —Quizás fue que en la sombra me encontré con tu beso—. Y por eso me envuelve, de pie bajo la lluvia, el sabor de tu boca y el olor de tu cuerpo.
Sí. Me has dejado triste. Porque pienso que acaso ya no estarás conmigo cuando llueva de nuevo; y no he de verte entonces de pie bajo la lluvia, con las manos temblando de frío y de deseo.
Pero, aunque habrá otras noches cargadas de perfumes, y otras mujeres, y otras, a lo largo del tiempo, siempre he de recordarte de pie bajo la lluvia, bajo la lluvia clara de una noche de invierno.
José Ángel Buesa
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