A ti...
que aprendí a amarte
desde el mundo sublime
de tu vientre.
A ti...
que me hablabas desde entonces
con tus palabras dulces
y tus caricias perennes.
A ti...
que me diste sustento
de tu propia fuente
y que reías feliz,
al sentirme y moverme.
A ti...
madre adorada
que me enseñaste
lo malo y bueno de la vida
para que pudiese tomar
las riendas de la mía.
A ti...
que cada consejo, regaño o elogio,
lo sellabas con un beso
en el refugio cálido
de tu pecho.
A ti...
madre, que estés donde estés
no me dejas de bendecir.
A ti...
te digo, madre mía
que no hay dolor que no soporte
si tú estás conmigo
y a Dios le rezo y doy mil gracias
por permitirme estar éste día contigo,
entregándote mi amor, mi vida entera
con estas rosas y estos versos.
¡Feliz Día de las Madres!
¡Madre Mía!