No soy yo, somos todos los que ardemos con los corazones en la boca, mordiendo sus tejidos hasta la sangre.
Somos todos los que bailamos la melancolía y ascendemos la definitiva tristeza con la sonrisa pintada en los labios.
No lo neguéis, hay que decirlo, no soy yo sólo. Sería muy fácil desaparecer. Ya estaría hundido Dos metros debajo de las pisadas de los hombres.
Todos me acompañarais cuando viajo a la luz De difíciles días, sumido en la penumbra De las calles desiertas, o en las alcobas tristes Donde pone la muerte su ojo cada día.
Si también me acompañarais a cantar el amor, A lucir nuestra bandera como un traje de fiesta A limpiar nuestras calles con la nueva llovizna Lanzada desde abajo en hermosa parábola.
No soy yo, somos todos los que vamos a morir De espaldas, lentamente y sin lenguas, Sin ojos ya, con íntimo cansancio.
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