Desnúdate a la luz, tan lentamente,
que mi deseo intente espolearte,
y al semidescubrirme cada parte
deba frenar el ímpetu impaciente.
Es cada pliegue un diablo irreverente
que descubre y encubre, sin mostrarte
en tu explendor total, y he de gozarte
en pausado proceso intermitente.
Mis ojos se han de transformar en mano
que compelida de fervor pagano
te arrancará la blusa de un tirón.
Y en reciprocidad anudaremos,
nuestras extremidades, y caeremos
de los retozos en la convulsión.
Balzac