¿Quién rompió las doradas vidrieras del crepúsculo? ¡Oh cielo descubierto, del montes, mares, viento, parameras y un santoral del par en par abierto!
Tres arcángeles van por las praderas con la Virgen marina al blanco puerto del pescado; ayunando, entre las fieras, se disecan los Padres del desierto.
El santo Labrador peina la tierra; Santa Cecilia pulsa los pinares, y el perro de San Roque, por el río,
corre tras la paloma de la sierra, para glorificarla en los altares, bajo la luz de este soneto mío.
Rafael AlbertI


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