Las mañanas se me quedan cortas con su luz brillante. Las tardes se me hacen largas con su mortecina luminaria, Que va encogiéndome en el sillón arropándome en las oropéndolas amarillas de las páginas raídas de los viejos libros, en los que refugio el sin sentido del destino que imbuyen los amargores del ayer, que me marco el mañana, que presente aparece en las luces del alba, acompañando las noches de vela y va escribiendo en el aire melancólico de los días las vivencias en cada renglón de negro desteñido de los pergaminos de papel que no queme ayer.
Ángel Saguar 13/02/2011 Derechos reservados
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