Lectura del santo evangelio según
san Lucas 10, 1-9
En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y
los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde
pensaba ir él. Y les decía: -«La mies es abundante y los obreros pocos; rogad,
pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies. ¡Poneos en camino! Mirad
que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni
sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino. Cuando entréis en
una casa, decid primero: “Paz a esta casa.” Y, si allí hay gente de paz,
descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros. Quedaos en la
misma casa, comed y bebed de lo que tengan, porque el obrero merece su salario.
No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo
que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: “Está cerca de vosotros
el reino de Dios.”»
Comentario del Evangelio de hoy
Recojo como
comentario a la fiesta de hoy de los santos CIRILO y METODIO algun párrafo de la
catequesis del Papa Benedicto XVI del día 17 de junio de 2009. “Hoy quiero
hablar de san Cirilo y san Metodio, hermanos en la sangre y en la fe, llamados
apóstoles de los eslavos. (…) Resumiendo brevemente el perfil espiritual de los
dos hermanos, hay que constatar ante todo la pasión con la que san Cirilo se
acercó a los escritos de san Gregorio Nacianceno, aprendiendo de él el valor del
idioma en la transmisión de la Revelación. San Gregorio había expresado el deseo
de que Cristo hablara a través de él: "Soy servidor del Verbo, por eso me pongo
al servicio de la Palabra". Queriendo imitar a san Gregorio en este servicio,
san Cirilo pidió a Cristo que hablara en eslavo por medio de él. Introduce su
obra de traducción con la invocación solemne: "Escuchad, eslavos todos, escuchad
la Palabra que procede de Dios, la Palabra que alimenta las almas, la Palabra
que lleva al conocimiento de Dios". En realidad, ya algunos años antes de que el
príncipe de Moravia pidiera al emperador Miguel III el envío de misioneros a su
tierra, parece que san Cirilo y su hermano san Metodio, rodeados por un grupo de
discípulos, estaban trabajando en el proyecto de recoger los dogmas cristianos
en libros escritos en lengua eslava. Entonces se constató con claridad la
necesidad de contar con nuevos signos gráficos, que fueran más adecuados a la
lengua hablada: nació así el alfabeto glagolítico que, modificado
posteriormente, fue designado con el nombre de "cirílico" en honor a su
inspirador. Fue un hecho decisivo para el desarrollo de la civilización eslava
en general. San Cirilo y san Metodio estaban convencidos de que los diferentes
pueblos no podían considerar que habían recibido plenamente la Revelación hasta
que no la hubieran escuchado en su propio idioma y leído en los caracteres
propios de su alfabeto. A san Metodio corresponde el mérito de haber permitido
que la obra emprendida por su hermano no quedara bruscamente interrumpida.
Mientras san Cirilo, el "filósofo", tendía a la contemplación, él se inclinaba
más bien a la vida activa. Gracias a ello pudo poner los cimientos de la
sucesiva afirmación de lo que podríamos llamar la "idea cirilo-metodiana", que
acompañó en los diferentes períodos históricos a los pueblos eslavos,
favoreciendo su desarrollo cultural, nacional y religioso. Lo reconoció ya el
Papa Pío XI con la carta apostólica Quod sanctum Cyrillum, en la que definía a
los dos hermanos: "hijos de Oriente, bizantinos de patria, griegos de origen,
romanos por su misión, eslavos por los frutos apostólicos" (AAS 19 [1927]
93-96). Después, el papel histórico que desempeñaron fue proclamado oficialmente
por el Papa Juan Pablo II, que, con la carta apostólica Egregiae virtutis viri,
los declaró copatronos de Europa junto con san Benito (AAS 73 [1981] 258-262).
En efecto, san Cirilo y san Metodio constituyen un ejemplo clásico de lo que hoy
se indica con el término "inculturación": cada pueblo debe hacer que penetre en
su propia cultura el mensaje revelado y expresar la verdad salvífica con su
lenguaje propio. Esto supone un trabajo de "traducción" muy arduo, pues exige
encontrar términos adecuados para volver a proponer, sin traicionarla, la
riqueza de la Palabra revelada. En este sentido, los dos santos hermanos han
dejado un testimonio muy significativo, que la Iglesia sigue mirando también hoy
para inspirarse y orientarse”. Nos podemos preguntar nosotros evangelizadores
hoy: ¿Siento la urgencia de salir como el Señor dice? Mi evangelización ¿es de
frontera o es de mesa camilla al brasero?
Comentarios realizados por:
José Valiente Lendrino (Viceconsiliario Nacional de Cursillos en
España)
Día litúrgico: Lunes VI del tiempo ordinario
Santoral 14 de Febrero: San
Cirilio, monje, y san Metodio, obispo, Patronos de Europa
Texto del Evangelio
(Mc 8,11-13): En aquel tiempo, salieron los fariseos y comenzaron a discutir con
Jesús, pidiéndole una señal del cielo, con el fin de ponerle a prueba. Dando un
profundo gemido desde lo íntimo de su ser, dice: «¿Por qué esta generación pide
una señal? Yo os aseguro: no se dará a esta generación ninguna señal». Y,
dejándolos, se embarcó de nuevo, y se fue a la orilla opuesta.
Comentario: Rev. D. Jordi POU i Sabater (Sant Jordi Desvalls, Girona,
España)
Yo os aseguro: no se dará a esta
generación ninguna señal
Hoy, el Evangelio parece que no
nos diga mucho ni de Jesús ni de nosotros mismos. «¿Por qué esta generación pide
una señal?» (Mc 8,12). Juan Pablo II, comentando este episodio de la vida de
Jesucristo, dice: «Jesús invita al discernimiento respecto a las palabras y las
obras que testifican (son “señal de”) la llegada del reino del Padre». Parece
que a los judíos que interrogan a Jesús les falta la capacidad o la voluntad de
discernir aquella señal que —de hecho— es toda la actuación, obras y palabras
del Señor.
También hoy día se piden señales a Jesús: que haga notar su
presencia en el mundo o que nos diga de una manera evidente cómo hemos de actuar
nosotros. El Papa nos hace ver que la negativa de Jesucristo a dar una señal a
los judíos —y, por tanto, también a nosotros— se debe a que quiere «cambiar la
lógica del mundo, orientada a buscar signos que confirmen el deseo de
autoafirmación y de poder del hombre». Los judíos no querían un signo
cualquiera, sino aquel que indicara que Jesús era el tipo de mesías que ellos
esperaban. No aguardaban al que venía para salvarlos, sino el que venía a dar
seguridad a su visión de cómo se tenían que hacer las cosas.
En
definitiva, cuando los judíos del tiempo de Jesús como también los cristianos de
ahora pedimos —de una manera u otra— una señal, lo que hacemos es pedir a Dios
que actúe según nuestra manera, la que nosotros creemos más acertada y que de
hecho apoya a nuestro modo de pensar. Y Dios, que sabe y puede más (y por eso
pedimos en el Padrenuestro que se haga “su” voluntad), tiene sus caminos, aunque
a nosotros no nos sea fácil comprenderlos. Pero Él, que se deja encontrar por
todos los que le buscan, también, si le pedimos discernimiento, nos hará
comprender cuál es su manera de obrar y cómo podemos distinguir hoy sus
signos.