Muchas veces nos desesperamos por la cantidad de problemas que tenemos que afrontar diariamente: en el trabajo, en la casa, en cualquier otro lado. Parecería que fuéramos de problema en problema; no terminamos de salir de uno cuando ya aparece otro. En esos momentos solemos decir: "¡Que feliz sería si no tuviera tantos problemas!" Sin embargo, este es un enfoque equivocado. Mientras vivamos, la vida nos presentará inevitablemente problemas para resolver, y el hecho de ser feliz no está relacionado con la existencia o no de problemas sino con la manera en que los enfrentas. Piensa un poco en qué es una situación problemática. Se dice que tenemos un problema cuando algo no se produce de la manera que nos gustaría. No ganamos lo que nos gustaría, los hijos no se portan como nos gustaría, o simplemente el tránsito no avanza tan rápidamente cómo nos gustaría. ¿Sería posible que todo ocurriera de la manera en que a ti te viene bien? Obviamente que no, aunque más no fuera por la razón de que muchas veces lo que es el beneficio de uno es el perjuicio del otro. Entonces vemos que los problemas son una parte ineludible de la vida. Pero no debemos verlo como un mal irremediable, sino como una oportunidad para superarte. Cada problema es una oportunidad para ejercer tu razonamiento, que es la manera de crecer.
"La oportunidad, es la mitad del éxito
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