 
Un fondo de cielo y noche en mis sueños,
agita el sabor de lo no vivido en el estero lejano,
es una gota de luz que enternece el llanto y la risa,
y se acerca de prisa en una aureola polvorienta.
Se hamaca en el aire la reliquia de tu mirada,
con su bagaje de zigzagueantes realidades,
tal vez, nunca entreabriré el manto deshilvanado,
de tu amor ausente, obstinado y vibrante.
Mi paisaje de fantasía roza tu inalterable mundo,
vuelan mis mariposas en migración fabulosa,
me apoyo en el costado de tu senda y tu destino,
y con astucia inconsciente extiendo mi presente.
Languidezco en el arsenal del verano escondido,
siento tu amor en la noche vasta y blanqueada por estrellas.
No me confunde la penumbra taciturna de la ausencia,
puedo entrar en el cómplice parpadeo de tu largo rodeo.
Me desbordo en el vestigio real de tu influjo,
y ahora, que estoy quieta, en voluntad de rezo,
con el gesto definitivo de tu regreso,
pinto en el aire con coraje y júbilo exaltado,
un inalterable rito de caricias en el viento de fuego.
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