“Estas cosas os he hablado para que mi tengáis paz.
En el mundo tendreís aflicción; pero confiad ,
yo he vencido al mundo” Juan 16:33
Lo que el Señor habló y quedo registrado en la Biblia,
son palabras de confianza y de seguridad.
El dijo lo que les he hablado ha sido para que
en mí tengáis paz. Mi paz no esta en el este mundo,
ni en mi éxito, ni en mis negocios, ni en mis posesiones,
ni en mi familia, ni en mis amigos y ni siquiera en el país
de donde soy o donde vivo.
Mi paz está en el Señor y él habló palabras de paz ,
que traen primero paz a mi espíritu y luego a todo mi ser.
El luego aclaró, en el mundo tendréis aflicción.
Ya está escrito, en el mundo encontraré aflicción.
Por qué? Porque este mundo , hablando como
sistema de vida solo está regido por el egoísmo, el pecado y la competencia.
Es una selva donde logra vivir el más poderoso y fuerte.
El débil está a merced de estos enemigos
. NO hay paz, solo aflicción.
Si yo quiero alcanzar lo que el mundo me ofrece y que
no me lo presenta como aflicción, tengo que hacerme
amigo del mundo, pero si yo me hago amigo del mundo,
me constituyo
enemigo de Dios, Si me hago amigo de Dios, entonces encontraré enemigos en todas partes.
Cada esquina se podrá convertir en una emboscada.
La aflicción no solamente viene del mundo, sino que
al mirar dentro de mi, descubro que aún mi corazón
es engañoso sobre todas las cosas y desesperadamente
malvado y su trabajo también será llevarme a la aflicción
y la desilusión.
Hay esperanza entonces para mi? Si he sido llamado
a vivir en este mundo y Jesús mismo dijo que en el mundo tendré aflicción entonces, cual es mi esperanza para mi hoy?
Gracias a Dios que si hay esperanza . El mismo dijo:
Más confiad, yo he venció al mundo. Esto me dice a mi
hoy, que el Señor es más fuerte que el mundo y si el
mundo me trae hoy aflicción, Jesús, quién venció a este
mundo, trae para mi paz. La paz de Dios que sobrepasa
mi entendimiento me cubrirá y envolverá con poder y fuerza.
Su fuerza es más grande que la aflicción. Su poder es
más inmenso que la batalla. Su mano se extiende como
se extiende para recoger a Pedro cuando se hundía
en el mar y esta promesa es para mi. Hoy a pesar de
la aflicción confiaré.
Señor. Gracias por la paz que me das. Una paz que
va más allá de la aflicción que el mundo me ofrece.
Si, es cierto que en el mundo encuentro aflicción,
pero mi confianza crece cuando recuerdo que tu venciste
al mundo que me aflige y en esta confianza quiero
permanecer y vivir en este día. La confianza que viene de ti, es confianza fuerte
y grande que llena y satisface.
Amen.
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