Día
litúrgico: Jueves VII del tiempo ordinario
Texto del Evangelio (Mc 9,41-50): En aquel tiempo, Jesús
dijo a sus discípulos: «Todo aquel que os dé de beber un vaso de agua por el
hecho de que sois de Cristo, os aseguro que no perderá su recompensa. Y al que
escandalice a uno de estos pequeños que creen, mejor le es que le pongan al
cuello una de esas piedras de molino que mueven los asnos y que le echen al mar.
Y si tu mano te es ocasión de pecado, córtatela. Más vale que entres manco en la
Vida que, con las dos manos, ir a la gehenna, al fuego que no se apaga. Y si tu
pie te es ocasión de pecado, córtatelo. Más vale que entres cojo en la Vida que,
con los dos pies, ser arrojado a la gehenna. Y si tu ojo te es ocasión de
pecado, sácatelo. Más vale que entres con un solo ojo en el Reino de Dios que,
con los dos ojos, ser arrojado a la gehenna, donde su gusano no muere y el fuego
no se apaga; pues todos han de ser salados con fuego. Buena es la sal; mas si la
sal se vuelve insípida, ¿con qué la sazonaréis? Tened sal en vosotros y tened
paz unos con otros».
Comentario: Rev. D. Xavier PARÉS i Saltor (La Seu
d'Urgell, Lleida, España)
Todo aquel que os dé de beber un vaso de agua por el hecho
de que sois de Cristo, os aseguro que no perderá su recompensa
Hoy, el Evangelio proclamado se hace un poco difícil de
entender debido a la dureza de las palabras de Jesús: «Si tu mano te es ocasión
de pecado, córtatela (...). Si tu ojo te es ocasión de pecado, sácatelo» (Mc
9,43.47). Es que Jesús es muy exigente con aquellos que somos sus seguidores.
Sencillamente, Jesús nos quiere decir que hemos de saber renunciar a las cosas
que nos hacen daño, aunque sean cosas que nos gusten mucho, pero que pueden ser
motivo de pecado y de vicio. San Gregorio dejará escrito «que no hemos de desear
las cosas que sólo satisfacen las necesidades materiales y pecaminosas». Jesús
exige radicalidad. En otro lugar del Evangelio también dice: «El que quiera
ganar la vida, la perderá, pero el que la pierda por Mí, la ganará» (Mt
10,39).
Por otro lado, esta exigencia de Jesús quiere ser una exigencia
de amor y de crecimiento. No quedaremos sin su recompensa. Lo que dará sentido a
nuestras cosas ha de ser siempre el amor: hemos de llegar a saber dar un vaso de
agua a quien lo necesita, y no por ningún interés personal, sino por amor.
Tenemos que descubrir a Jesucristo en los más necesitados y pobres. Jesús sólo
denuncia severamente y condena a los que hacen el mal y escandalizan, a los que
alejan a los más pequeños del bien y de la gracia de Dios.
Finalmente,
todos hemos de pasar la prueba de fuego. Es el fuego de la caridad y del amor
que nos purifica de nuestros pecados, para poder ser la sal que da el buen gusto
del amor, del servicio y de la caridad. En la oración y en la Eucaristía es
donde los cristianos encontramos la fuerza de la fe y del buen gusto de la sal
de Cristo. ¡No quedaremos sin
recompensa!
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