una pasarela, tres figuras y dos barcos la primera figura adelantada
sus ojos y su boca son órbitas sin contenido que pueden ver y sorprenderse pero qué ve ¿es un grito de horror? ¿es un grito de sorpresa? es el grito es el yo primitivo o eres la transformación de sorpresa en horror no es lamento titubea una luz en el remolino de los barcos dos sombras azuladas preguntan por ti para llevarte a algún lugar al lugar de los barcos allá a lo lejos es otra luz un remolino reluciente te espera
descubriste sus intenciones y ellos se acercan y tu cuerpo bambolea y tus manos aprietan tu cara qué horror ausencia de exclamación
la humanidad ante tus ojos una mujer contempla a lo lejos pero no interviene consternación no te ayudará se queda tiesa fuera del cuadro
y ellos se aproximan por la pasarela sólo te separa el azul que lentamente se oscurece queriendo conquistar el verde
y a tu espalda la luz reluciente roja de tu salvación corre libérate de tu rigidez de tu cuerpo oscuro moribundo de tu rostro pálido alterado tu soledad no infunde piedad tú lo provocaste y ellos se acercan zambúllete en le verde salva el resto
el del sombrero parece más decidido le lleva un paso a su compañera
tres barandas te separan
no me mires si es que me miras estoy fuera de ti no te puedo ayudar estoy fuera del lienzo
de adónde viene la pasarela en la que tres figuras son un destino
¿adónde va la pasarela? ¿al final qué encontrarás?
a lo lejos la esperanza es rojiza a lo lejos los barcos esperan pero ellos allí siempre allí obstaculizando el camino obstaculizando la mirada
quieres cabalgar sobre un caballo desbocado y huir pero no puedes el terror paraliza eres un S que quiere escapar del lienzo con dos brazos y dos manos que soportan el peso de una mirada que ya no es tu cabeza es una sola imagen que quieres triturar
son todos los gritos acumulados es tu grito gritas tus ojos quieren ver descubrir algún indicio de mentira están vacíos ondulaciones de colores por doquier tu cuerpo ondula tu grito es la pesadilla de todos tu palidez es la palidez de nuestras conciencias vaga el mar el anaranjado soleado a lo lejos no oye el grito no oye nuestro grito.
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