Y pasan los días
pasan las ganas
desprendiendo ayeres y terquedades.
Tú, con piel ajena
tocando el tiempo sordo del llanto
y yo pensando menos todavía
en el futuro del querer.
***
Y pasan las horas escuchando los nombres
extrañando los totales que compartían tu andar
mirando sin mirar las lunas ciegas
que nunca han sido suficientes para mí.
***
Y pasa la vida
midiendo cada frente que me toca
diciendo no por las noches
ahogada en el azul de la tentación de mi cuerpo
queriendo
necesitando
equivocarme una vez más.
Avellaneda