El sentimiento de haber sido lastimados y el de ira son los más
difíciles de encarar. Nos podemos sentir vulnerables, asustados e
impotentes cuando estos sentimientos comienzan a aflorar, porque
pueden disparar el recuerdo de ocasiones similares en que nos
sentiamos impotentes.
A veces, para recuperar el sentido de control, quizá castiguemos a
la gente que está a nuestro alrededor, ya sea que los culpemos de
esos sentimientos o que sean víctimas inocentes. Quizá tratemos de
“desquitarnos” o de manipular a espaldas de la gente para ganar la
sensación de poder sobre la situación.
Estas acciones quizá nos den un sentimiento temporal de
satisfacción, pero sólo nos harán posponer la decisión de afrontar
nuestro dolor.
Sentirse herido no tiene que ser algo tan atemorizante ni tenemos
que trabajar tan duro para evitarlo. Aunque sentirse herido no es
tan bonito como sentirse feliz, los sentimientos siguen siendo sólo
eso, sentimientos.
Podemos someternos a ellos, sentirlos y seguir adelante. Eso no
significa que tengamos que buscar sentirnos heridos o detenernos
innecesariamente en ese tipo de sentimientos. El dolor emocional no
tiene por qué devastarnos. Podemos sentarnos derechos, sentir el
dolor, indagar si necesitamos hacer algo para cuidar de nosotros
mismos y luego proseguir con nuestra vida.
No tenemos que actuar con prisas; no tenemos que castigar a los
demás para tener control sobre nuestros sentimientos. Podemos
empezar compartiendo con otros nuestro dolor de sentirnos
lastimados. Esto trae un alivio y a menudo la curación tanto para
ellos como para nosotros.
Con el tiempo aprenderemos la lección de que la verdadera fuerza
proviene de que nos permitamos a nosotros mismos ser lo bastante
vulnerables como para sentir el dolor. La verdadera fuerza proviene
de saber que podemos cuidar de nosotros mismos, aunque sintamos
dolor emocional. La verdadera fuerza nos viene cuando dejamos de
hacer responsables a los demás de nuestro dolor y asumimos la
responsabilidad de nuestros propios sentimientos.
Hoy me someteré a mis sentimientos, incluso a los que son
emocionalmente dolorosos. En vez de actuar con urgencia, o de intentar
castigar a alguien, seré lo bastante vulnerable para experimentar
mis sentimientos.
Melody Beattie – El lenguaje del adios.
|