Dime
mujer dónde escondes tu misterio...
Dime
mujer dónde escondes tu misterio
mujer agua pesada volumen
transparente
más secreta cuanto más te desnudas
cuál es la fuerza de tu
esplendor inerme
tu deslumbrante armadura de belleza
dime no puedo ya con
tantas armas
mujer sentada acostada abandonada
enséñame el reposo el
sueño y el olvido
enséñame la lentitud del tiempo
mujer tú que convives
con tu ominosa carne
como junto a un animal bueno y tranquilo
mujer
desnuda frente al hombre armado
quita de mi cabeza este casco de
ira
cálmame cúrame tiéndeme sobre la fresca tierra
quítame este ropaje de
fiebre que me asfixia
húndeme debilítame envenena mi perezosa
sangre
mujer roca de la tribu desbandada
descíñeme estas mallas y
cinturones de rigidez y miedo
con que me aterro y te aterro y nos separo
mujer oscura y húmeda pantano edénico
quiero tu ancha olorosa robusta
sabiduría
quiero volver a la tierra y sus zumos nutricios
que corren por
tu vientre y tus pechos y que riegan tu carne
quiero recuperar el peso y la
rotundidad
quiero que me humedezcas me ablandes me afemines
para entender
la feminidad la blandura húmeda del mundo
quiero apoyada la frente en tu
regazo materno
traicionar al acerado ejército de los hombres
mujer
cómplice única terrible hermana
dame la mano volvamos a inventar el mundo los
dos solos
quiero no apartar nunca de ti los ojos
mujer estatua hecha de
frutas paloma crecida
déjame siempre ver tu misteriosa presencia
tu mirada
de ala y de seda y de lago negro
tu cuerpo tenebroso y radiante plasmado de
una vez sin titubeos
tu cuerpo infinitamente más tuyo que para mí el mío
y
que entregas de una vez sin titubeos sin guardar nada
tu cuerpo pleno y uno
todo iluminado de generosidad
mujer mendiga pródiga puerto del loco
Ulises
no me dejes olvidar nunca tu voz de ave memoriosa
tu palabra
imantada que en tu interior pronuncias siempre desnuda
tu palabra certera de
fulgurante ignorancia
la salvaje pureza de tu amor insensato
desvariado
sin freno brutalizado enviciado
el gemido limpísimo de la ternura
la
pensativa mirada de la prostitución
la clara verdad cruda
del amor que
sorbe y devora y se alimenta
el invisible zarpazo de la adivinación
la
aceptación la comprensión la sabiduría sin caminos
la esponjosa maternidad
terreno de raíces
mujer casa del doloroso vagabundo
dame a morder la fruta
de la vida
la firme fruta de luz de tu cuerpo habitado
déjame recostar mi
frente aciaga
en tu grave regazo de paraíso boscoso
desnúdame apacíguame
cúrame de esta culpa ácida
de no ser siempre armado sino sólo yo
mismo.
Tomas
Segovia