Una madre británica, esteticista de profesión, inyecta botox a su hija de 8 años cada tres meses. El motivo, según Kerry, de 34 años, es ayudar a su hija a convertirse en una superestrella en un futuro no muy lejano y por ello tiene que empezar a cuidar su físico desde ya.
Así, Britney Campell, la pequeña de 8 años, se tumba periódicamente sobre la camilla de un salón de belleza para que que le inyecten sustancias antiarrugas en la frente, labios y contorno de ojos.
Según la madre, hace esto por el bien de su hija. Su objetivo es que Britney pueda triunfar y ser una estrella, como Lady Gaga, a la que la pequeña admira con gran entusiasmo. Kerry lamenta además que cuando ella era pequeña no hubiera esta posibilidad.
Esta madre, que compra el botox y los rellenos por Internet, reconoce que quizás la gente piensa que es una irresponsable y asegura, para defenderse, que estos productos los prueba primero sobre ella misma antes de inyectárselos a Britney.
La pequeña, normalizando la situación que vive e incluso sintiéndose orgullosa de ello, dice que sus amigos piensan que ella es guay por poder acceder a estos tratamientos, y añade: "Cada noche compruebo si tengo más arrugas y si veo alguna quiero más inyecciones".