Una
Es alta y es perfecta, de radiadas pupilas azules, donde acecha, perezosa una Eva. Su piel es piel de fruta. Su blanca carne nieva y sus trenzas se tuercen como gruesas anguilas.
Un bosque de oro crece en sus blancas axilas. De los árboles rompe la yema fina y nueva. Su boca es de la muerte la tenebrosa cueva. su risa daña el pecho de las aves tranquilas.
Pasó ayer a mi lado, las caderas redondas, los duros muslos tensos soliviando las blondas, los labios purpurados, y miedo tuve al verla,
pues de tal modo es ella, ya, la predestinada que, se comprende, al verla, camina, abandonada hacia el hombre primero que debe poseerla.
ALFONSINA STORNI
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