ACOMODO EL CORAZÓN
La obsesión va y viene. Busco acomodar el corazón sin palabras, con más de una lágrima de desconsuelo, sacudo sin reproche el cuerpo exhausto, con futuro de amor derrotado y sin aliado. No importa ya tu abandono en el ocaso, mis latidos son tenues en soledad disfrazada, traspasando una simple tela de piyama. La vida canturrea distraída y taciturna, tu decisión se deslizó como barra de hielo, se estrelló contra la frontera de mis sueños. ¿Fue una época prodigiosa? Es posible… vivimos a un ritmo intenso, con pasión inagotable y risas contorneadas, el misterio avasallador de la ternura, y momentos girando sin inusitadas cadenas. Más, no supiste mantener consistente el amor, en una isla desierta el silencio fue tu encierro, escondido en la falsa aventura del destino, besos robados bajo la luz de la luna dormida, y sólo salpicada la partida con la penumbra, saliendo a nado denso; ésa fue tu victoria. Tu voz temblorosa y la expresión dudosa, tu mentira jamás dio lugar a dudas, ¿sabes? La resistencia a callar es innata, como la respiración de ultratumba, y después de ti el diluvio y el abismo, con un corazón perforado con una bala, la memoria llena de barro perpetuo, y una mano furiosa que tapa las venas, cómo si no supiera que hacer con ellas…
de la red

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