La infancia es una gracia que me fue desprendida. Aquello que se viene me devuelve persona con brío de reír. Ya no tengo memoria para el nombre del árbol y semilla tallada. Ni de aquel que resiste con caballos en las palmas y tiene a cada lado una rienda tejida. Lo cierto más oscuro, cuando divago y pregunto, háblame de aquello, de las cosas sucedidas, cuando antes: la rudeza de sentarnos en las sillas de madera.
YOLANDA PANTIN