“y vosotros pues orareis así: Padre nuestro que estás en los cielos” Mateo 6:9.
Todo profesor o ministro conoce el poder del ejemplo. Un genuino y verdadero profesor, un genuino y verdadero ministro religioso no solo enseña a hacer las cosas y como hacerlas, pero muestra como es realmente hecho. El poder del ejemplo es realmente muy grande. Podemos gastar horas , días, semanas y años hablando de algo pero si no lo mostramos con nuestra vida, el proceso de retrasa profundamente.
Nuestro Maestro celestial nos enseña a orar mucho más allá de las palabras y nos muestra con su ejemplo la belleza de acercarnos con confianza al Padre como nuestro verdadero Padre Celestial. Jesús nos lo enseño, lo podemos ver hablando con el Padre con la confianza plena de un hijo.
En los evangelios encontramos la más sencilla lección de la oración que nos lleva a las más profundas verdades de la gran relación entre el Dios Celestial y nosotros los pequeños, pecadores y débiles humanos. Nos acercamos a Dios con la seguridad de que es nuestro Padre.
Hoy, quiero acercarme a él, como a mi Padre. Se que no puedo acercare a él como a un hijo si primero no he admitido mi pecado y mi desvio y le confieso como mi Señor y Salvador. Hoy por lo tanto quiero reconocer mi pecado y mi debilidad y acercarme con esa seguridad que el perdón de la cruz de Cristo me proporciona.
Se que me costará mucho llamarlo Padre si mi relación con mi Padre terrenal fue dolorosa y triste , pero eso me llevará a hacer una separación entre el modelo de Padre terreno que tuve y el modelo bíblico de mi Padre Celestial. Esto también me llevará hoy a sanar relaciones rotas con mi padre terrenal para poder entender el Padre Celestial.
Lo mas importante de todo esto, es que es hermoso poder descansar en el Señor como mi Padre y acercarme a él en oración sin fórmulas, sin ritos, sin penitencias y sin desesperos, pero en la confianza de saber que él me ha amado y me ama con genuino y verdadero amor. Se que ahora no soy alguien abandonado en este mundo a merced de las olas del pecado, sino que soy un miembro de la familia de Dios , alguien que ya ha probado las misericordias eternas del Padre Celestial.
Padre Celestial, Gracias por darme el amor de Padre que tanto necesitaba en los días mas cruciales de mi existencia. Se que no podía comprender tu amor, por no haber comprendido el amor del padre terreno. Pero en tu misericordia me has sanado y ahora puedo llegar con confianza ante ti para decirte Abba Padre. Quiero hoy caminar en tu sendero con la seguridad de saber que el Dios de los cielos es mi Padre celestial, tan cerca de mi y tan amoroso como mi alma lo deseaba. Gracias Señor. Amén