Se dirigió entonces al frágil ratoncito y le dijo:
-Has pasado por mi camino y me ha cautivado tu fragilidad, así que ya no serás más un ratón, te voy a convertir en la más bella de las mujeres, la más habilidosa y la más llena de todas las virtudes.
Y al instante se convirtió, en una bella doncella.
-Ahora ¿qué deseas?, pídeme lo que quieras. Le dijo el mago.
La doncella, le respondió:
-Quiero casarme con el ser más poderoso del mundo.
Muy bien, dijo el mago:
-Te casarás con el Sol, él es quién da luz y calor a todo el planeta.
Pero entonces intervino el Sol y dijo:
-No soy tan poderoso, piensa que unas cuantas nubes pueden cubrirme y ocultar mi luz y mi calor.
EL mago reflexionó y dijo:
-Es cierto, entonces, te casaras con las Nubes que son capaces de dejar sin luz y calor al Sol y que nos dan la lluvia tan indispensable para la vida.
Pero las Nubes respondieron:
-No es tanta nuestra fuerza o importancia, ya que el viento nos lleva de un lado al otro, a su antojo.
Nuevamente el mago, dijo:
-Es cierto, te casaremos con el Viento.
Pero el Viento que estaba oyendo la conversación, dijo:
-Yo no tengo tanto poder como pensáis. Una montaña puede detenerme e impedirme que pase al otro lado y solo puedo quedarme donde ella decida.
El mago se quedó razonando nuevamente:
-Entonces te casarás con la Montaña, nadie la podrá mover.
Pero la montaña, respondió:
-Yo no soy la más poderosa de la tierra. Date cuenta que un simple ratoncito puede excavar y roer donde más le gusta y hacer su madriguera dentro de mí.
Después de escuchar al Sol, las Nubes, el Viento y la Montaña el mago sin decir ni una sola palabra convirtió a la bella mujer nuevamente en un ratoncito.