Buscarte entre enjambres de nubes, rollizas nubes danzantes entre dorado y carmín de la tarde en llamas.
Buscarte entre los blancos velos de la luna fría, promiscua, ramera impúdica que atraviesa las ventanas, los resquicios, lamiendo cuerpos inocentes desprevenidos.
Buscarte entre mis dedos en sus falanges, en sus huellas digitales. En las palmas de las manos, en las línea que llevan escrito mi destino.
Buscarte en mi lengua seca, en mis labios partidos, grietas ensangrentadas de soledades llenas de invierno.
Buscarte en mi cuerpo en sus rincones más recónditos, prohibidos, dulces, añorantes.
Buscarte sin saber de vos, sin encontrar tu huella sin ver tu sombra dibujada en el fondo de mis ojeras.
Buscarte en los sueños, aún en las horribles pesadillas; en mi propio infierno cargado de culpas, de sórdidos pecados.
Buscarte incansablemente obedeciendo como perro fiel a este loco llamado del corazón.
Imposible búsqueda, sueños quebrados, como alas de cometa. Impotencia derramada en amargas lágrimas con sabor a cicuta.
Perdí la brújula, el mapa, se cubrió el cielo de nubes imposible encontrar la cruz del sur que me guíe a tu ruta.
Tengo las manos vacías una galera llena de conejos negros, y la varita mágica quebrada.