CONTRA EL ORGULLO Y SUS VANAS ESPERANZAS
1. Insensato aquel que pone la esperanza en los hombres, o en las demás criaturas. No te avergüences de servir a los otros por amor a Jesucristo, ni de parecer pobre en esta vida. No te apoyes en ti mismo, pon en Dios toda tu espernza.
Has lo que puedas, y Dios vendrá en ayuda de tu buena voluntad. No te atengas a tu saber, ni a la maña de mortal alguno; más bien confía en la gracia de Dios, el cual ayuda a los humildes y humilla a los presuntosos.
2. Si eres rico, no te jactes de tus riquezas. Tampoco de tus amigos, porque sean influyentes. Pon toda tu gloria en Dios, el cual nos da todas las cosas, y aun se quiere dar a sí mimo sobre todas las cosas.
No te enorgullezcas de ser alto de cuerpo, o buen mozo; porque la belleza corporal se afea y se acaba con cualquier enfermedad.
No te complazcas en tu habilidad y talento; para que no desagrades a Dios, de quien viene todo lo bueno que la naturaleza te dio.
3. No te creas mejor que otros; no sea que por peor seas tenido ante Dios, el cual sabe lo que hay dentro del hombre. No te dé soberbia de tus buenas obras; porque los juicios humanos son diferentes de los juicios de Dios, a quien muchas veces desagrada lo que los hombres agrada.
Si algo bueno tienes, para guardar la humildad piensa que otros serán mejores. No te daña ponerte después de todo; sí te dañaría muchísimo ponerte antes de uno solo.
En el corazón del humilde reina una paz continua, mientras que en el corazón del soberbio hay frecuentes arrebatos de envidia y de cólera.
Imitación de Cristo.
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