Tu capacidad de servir a los demás está en proporción directa a la grandeza de tu corazón y a la nobleza de tus sentimientos.
De igual manera, a medida que te esfuerzas por compartir, dar, servir y ser solidario: crece y se ennoblece tu ser interior, convirtiéndote en mejor persona, más feliz y con mayores posibilidades de vivir una vida de mejor calidad.
SÓLO QUIEN SIEMBRA AMOR ENCUENTRA EN SU ALMA LA FUERZA DE VIVIR CON DIOS.
A/D