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Diamantes, Rubíes Y Esmeraldas
"¡Cuán preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos! ¡Cuán
grande es la suma de ellos!" (Salmos 139:17)
Una parábola fue contada por William Cunningham, Secretario
de Educación del Gobernador George Deukmejian, de la
California-USA: Un hombre estaba caminando por el desierto
cuando oyó, claramente, una voz decirle: "Agarre un poco de
esas piedras en el suelo y las guarde en su bolsillo.
Mañana, estará tanto arrepentido como contento". El hombre
obedeció. Se Bajó y agarró un puñado de piedras, poniéndolas
en su bolsillo. En la mañana siguiente, él se recordó de las
piedras y, al sacarlas del bolsillo, percibió que eran
diamantes, rubíes y esmeraldas. Él estaba, al mismo tiempo,
contento y descontento. Contento por haber agarrado una
buena cantidad de piedras; descontento por no tener agarrado
más. Así es con la Palabra de Dios.
Muchas veces andamos como en un desierto. Todo parece árido
en nuestras vidas. No conseguimos enxergar nada de bueno y
por más que busquemos un placer o satisfacción, percibimos
qué caminamos sin parar y no llegamos a lugar alguno.
Intentamos hallar una sombra que nos dé alivio y motivación,
pero no la encontramos.
De cuando en cuando oímos una voz sugeriéndonos: "Busque a
Dios y Su Palabra. Guarde su enseñanzas en el bolsillo del
corazón. Ellas le ayudarán a vencer los obstáculos del
camino, a aguantar los momentos de soledad, a amenizar el
calor de los sufrimientos y de las angustias, las
tempestades espirituales de arena de las frustraciones y
derrotas.
No es raro tratemos con indiferencia los consejos de amor
que los amigos nos ofrecen. Rechazamos las piedras de
sabiduría bíblica o, cuando acogemos tales sugerencias,
hacemos de una forma diminuta, sin determinación, sin gran
placer. Pero, casi siempre que actuamos así, acabamos
concluyendo que grande parte de nuestro tiempo de dicha fue
perdido, por no hemos disfrutado de las joyas del Señor
durante la mayor parte de nuestra vida. Alegramonos, sí, por
las bendiciones que Dios nos concede, pero, lamentamos no
haberlas recibido hace más tiempo.
Si usted no quiere si arrepentir en el porvenir, agarre
todas las piedras preciosas que Dios le dispuso en Su
Palabra. aun cuando tenga de sobrepasar el desierto, todos
sus días serán de pura alegría.
Paulo Barbosa
Un ciego en el Internet
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