EL SEÑOR ME UNGIRA
Has ungido mi cabeza con aceite”. Salmo 23:5
El aceite fresco, cristalino, casi dorado con olor a especies corría por la barba de Aaron. Su aliento casi se ahogaba en su pecho. Sobrecogido, impresionado, desafiado y ungido. La unción del aceite corriendo ahora por sus vestiduras era ahora un privilegio convertido en responsabilidad. Su llamado ratificado era para lo grande.
Hoy se que el Señor ha ungido mi cabeza para algo grande.
Ungido es símbolo de: Grasa, Echar fuera las cenizas, hacernos Prósperos y aceptables.
El Salmista en esta línea del Salmo evoca la práctica común de los pastores de esos tiempos cuando ponían grasa en la cabeza de las ovejas para combatir cosas pequeñas pero inquietantes. Moscas, Larvas, sarna . También era costumbre poner grasa en la cabeza de las ovejas para que cuando los machos pelearán disputando las ovejas en celo sus choque de cabeza a cabeza fueron amortiguados por el desliz en la grasa.
Hoy Dios ungirá mi cabeza con el aceite del Espíritu porque él sabe que:
• Lo enemigo de lo grande es lo pequeño.
• El fruto de la división germina de la semilla de la discordia.
• Ignorar lo sencillo lo convierte en lo complejo.
• La paternidad me prepara para lo grande quitando de mi lo pequeño que me distrae y me desenfoca.
• La belleza de la vida comienza en la frescura del aceite en la cabeza.
La unción de la cabeza era una costumbre antigua para los visitantes como señal de respeto y honra. Dios honra a sus hijos y por eso nos unge para preservarlos en medio de las presiones intoxicantes del mundo moderno.
Señor, Hoy me unges con propósito para las cosas grandes de la vida. Me llenas, me cubres, me orientas y me satisfaces. Un nuevo límite se abre ante mi y el horizonte apenas lo puedo divisar. Gracias Señor. Me pongo una vez más en tus manos. En el Nombre de Jesús. Amén.
Dr. Serafín Contreras Galeano.