Llanto de Angeles
Volvimos a llorar, y como hacer que la lluvia cese, y las corrientes que forma no arrastren la capa verde y las flores de tu jardín, o no humedezca la almohada.
los dioses del metal, del temor, de la ira, del orgullo, vendados y juntos contra ángeles de amor,
tormentas y llamaradas, se conjugan en cielo y tierra y el día se confunde con la noche y la noche se hace eterna, lejana se dibuja la madrugada,
tristes, míseros, solos... espíritus celestes, hambrientos y a la vez hartos, atados con sus propios brazos, amordazados con su palabras, flagelados con sus propias armas. con las alas heridas,
entre desolación, dobleganse las sombras al asomo el dorado astro, y a su vista, aun mojadas, ahogadas, emergen las pupilas, buscando abrigo en melodías olvidadas, en caminos nuevos, con miedo a viejas marejadas, a heladas, a vientos de retirada,
el camino es difícil, y volver a comenzar, es como el todo de la nada, lo único que tenemos, la sombra que seguimos, a través del sendero difuso, hacia la felicidad anhelada.
Hector D. Ricardo
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