entendimiento.
De igual modo que la semilla del fruto debe romperse para que su corazón salga al sol, así vosotros debéis conocer el dolor.
Y aunque lograrais mantener vuestro corazón extasiado ante los milagros cotidianos de la existencia, no os parecería vuestro dolor menos maravilloso que vuestro gozo.
Y entonces aceptarías las estaciones de vuestro corazón como siempre habéis aceptado las estaciones que pasan sobre vuestros campos.
Y serenos velaríais en los inviernos de vuestro dolor.
Muchas de vuestras aflicciones las habéis escogido vosotros mismos.
Son el remedio amargo con que el médico que todos llevamos dentro cura vuestras enfermedades.
Por tanto, confiad en el médico y bebed su remedio en silencio, tranquilamente.
Porque su mano, aunque dura y pesada, está guiada por la mano tierna del invisible.
Y la copa que brinda ha sido modelada aunque queme vuestros labios, con la arcilla que el Alfarero humedeció con sus propias lágrimas sagradas.
Jalil Gibran