En la prisión del recuerdo cierras los ojos, te abrazas a los sueños pisando la luna desteñida, el otoño hoy se viste en un silencio de clausura, y con el veredicto final del naufragio del amor, un golpe de alas marchita la rosa de tu voz.
Yo te he visto, muchacha, con sonrisas en el aire, con pétalos de ilusiones tatuados en la piel, tu corazón distraído sin reconocer los latidos, hace un remolino de presencia que absorbes todavía, días grises, horas con grietas, en la identidad del destino.
En la ribera del alma se desliza la simiente... Oye, deja que un milagro proyecte el sol del retorno, captarás la jugosa savia que aventure el remanso, otra tibieza se esconderá en tus párpados violetas, y en tus dedos la beatitud de margaritas con júbilo blanco.
En la redención de una emoción nueva, ¡Nada pides y todo esperas!
BRISEIS (ANNIE)
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