EL NUEVO ÍDOLO
Los anuncios televisivos, a pesar de su ocasional ingenio, son un sutil modo
de inyectarnos en el alma todos los valores secundarios, (lujo, poder, confort,
sexo estéril)... como el paraíso de lo humano.
Los anuncios de coches...¿han notado ustedes el tono idolátrico en que
todos se envuelven? El coche se presenta como una divinidad. Surge en la noche con
sus faros envueltos en un halo sobrenatural, entre nieblas e incienso y la voz que nos
habla de sus excelencias lo hace con ese aire misterioso y místico que las películas
religiosas ponen para contar un milagro.
Cuando en un concurso aparece un coche como premio, las azafatas lo acarician,
lo veneran, lo adoran...y no se arrodillan ante él por un resto de pudor, mientras el público
irrumpe en un ¡Ooooooooooh! de pasmo.
¡Es un ídolo!
Naturalmente, yo no estoy en contra de los automóviles. Lo que a mí me asombra
es toda esa simbología de la que lo hemos rodeado. Para un alto porcentaje de usuarios
de automóviles, el coche, más que un instrumento de trabajo, es un arma, una propaganda
de sí mismos, un signo de poder, cuando no un arte de conquista, y luego, un burdel.
Hay personas que dicen que pierden la fe y creen que por ello son más racionales, y luego
resulta que tienen una fe irracional en el último modelo de coche. Personas que se creen
muy libres y viven esclavas de sus automóviles.
Todos los ídolos son horribles. Los ídolos modernos son el automóvil, el televisor,
el teléfono móvil, el ordenador......
Y lo grave es que ningún idólatra es consciente de que es esclavo de su ídolo.
A/D
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