(Hay cosas en la vida que nos
marcan el alma para siempre...)
-Audroc-
Para escalar la cumbre donde estaba mi sueño,
como Moisés oyendo la Voz del Sinaí,
mi corazón ardiente lo puse a flor de pecho
y abriendo las dos palmas de mis manos partí.
Llevaba en mis alforjas por pan: Las Ilusiones;
por guía: La Esperanza; por báculo: La Fe;
y en las abruptas rocas de las altas montañas
habría de hallar el agua para calmar mi sed.
Para escalar la cumbre donde estaba mi sueño,
mis plantas lastimaron los riscos que pisé,
se abrieron hondas llagas, en mis abiertas palmas,
y después... No recuerdo... Sólo se que rodé.
Fue tan brutal el golpe, que me encontré confuso,
absorto el infinito, sin saber contemplé,
mis dos abiertas manos eran crispados puños,
y el corazón deshecho, dentro mi pecho hallé.